El quiste de Tarlov es una pequeña dilatación llena de líquido, ubicada en el sacro, entre las vértebras S1, S2 y S3, pero específicamente en las raíces nerviosas de la columna en los tejidos que recubren la médula espinal.
Una persona puede tener uno o más quistes y dependiendo de su ubicación, pueden ser bilaterales y cuando son muy grandes pueden comprimir los nervios, provocando cambios nerviosos como hormigueo o shock, por ejemplo.
El tratamiento del quiste de Tarlov debe ser prescrito por un ortopedista, quien puede recomendar (en presencia de síntomas) el uso de medicamentos, fisioterapia o cirugía para extirpar el quiste, si es necesario.
Síntomas principales
En aproximadamente el 80% de los casos, el quiste de Tarlov no presenta síntomas, pero cuando lo hace, pueden ser:
- Dolor en las piernas;
- Dificultad para caminar;
- Dolor de espalda al final de la columna;
- Hormigueo o entumecimiento al final de la columna y las piernas;
- Disminución de la sensibilidad en la zona afectada o en las piernas.
- Puede haber cambios en el esfínter, con el riesgo de perder heces.
El síntoma más común es solo dolor de espalda, con sospecha de hernia discal, por este motivo el médico recomienda una resonancia magnética y detección accidental del quiste. Estos síntomas están relacionados con la presión que ejerce el quiste sobre las raíces nerviosas y las partes óseas de esta región.
Otros cambios que pueden presentar estos síntomas son la inflamación del nervio ciático y la hernia de disco. Aprenda a combatir la ciática.
Las razones de su aparición no se conocen por completo, pero se cree que el quiste de Tarlov puede ser congénito o estar asociado con algún traumatismo local o hemorragia subaracnoidea, por ejemplo.
Cómo se hace el diagnóstico
Normalmente, se observa un quiste de Tarlov en la resonancia magnética y las radiografías simples también son útiles para evaluar la presencia de osteofitos. Además, es importante valorar la presencia de otras situaciones, como una hernia discal o una espondilolistesis, por ejemplo.
El cirujano ortopédico puede solicitar otras pruebas, como una tomografía computarizada (TC) para evaluar el impacto del quiste en el hueso circundante, y puede ser necesaria una electroneuromiografía para evaluar la afectación de la raíz nerviosa, lo que indica la necesidad de una cirugía. Tanto la TC como la electroneuromiografía están indicadas solo cuando la persona presenta síntomas.
Tratamiento del quiste de Tarl
El tratamiento que su médico puede recomendarle incluye tomar analgésicos, relajantes musculares, antidepresivos o analgesia epidural, que pueden ser suficientes para controlar sus síntomas.
Sin embargo, la fisioterapia está especialmente indicada para combatir los síntomas y mejorar la calidad de vida de una persona. El tratamiento de fisioterapia debe realizarse a diario con el uso de dispositivos que alivien el dolor, el calor y el estiramiento de la espalda y las piernas. La movilización de articulaciones y nervios también puede ser útil en algunos casos, pero cada caso debe ser evaluado personalmente por el fisioterapeuta, ya que el tratamiento debe ser individualizado.
Echa un vistazo a algunos ejercicios que, además de estar indicados para el dolor de ciática, también pueden estar indicados para aliviar el dolor de espalda provocado por el quiste de Tarl:
Cuando la cirugía es necesaria
Una persona que tiene síntomas y no mejora con la medicación y la fisioterapia puede optar por la cirugía como una forma de resolver los síntomas.
Sin embargo, la cirugía rara vez está indicada, pero se puede realizar para extirpar el quiste, mediante una laminectomía o punción para vaciar el quiste. Normalmente, está indicado para quistes mayores de 1,5 cm con cambios óseos circundantes.
Generalmente, una persona puede no jubilarse si presenta este quiste, pero es posible que no pueda trabajar si, además del quiste, presenta otros cambios importantes que impiden o interfieren con la actividad laboral.