El pectus excavatum, también conocido como senos huecos o huecos, es una malformación congénita en la que el esternón es una depresión en el centro del pecho, entre las costillas, que provoca un cambio en la imagen corporal que, aunque no pone en peligro la vida, puede afectar el desarrollo de la autoestima o provocar cambios psicológicos en los niños.
El tórax excavado puede causar complicaciones graves, como compresión de órganos en la región que conduce al desarrollo de infecciones del tracto respiratorio y dificultad para respirar, que interfiere con el ejercicio y causa dolor.
La única forma de corregir por completo el pectus excavatum es realizar una cirugía de reposicionamiento óseo en la zona correcta, por lo que este procedimiento está indicado principalmente en los casos en los que se presentan síntomas.
Síntomas y signos
El cofre excavado se caracteriza por un hueco en el cofre, que puede variar según el peso. Esta malformación se puede observar en afecciones como el síndrome de Marfan, el síndrome de Noonan, el síndrome de Polish y la osteogénesis imperfecta, por ejemplo.
Si bien el problema puede identificarse después del nacimiento, en muchos casos empeora a medida que el niño se desarrolla, por lo que el tratamiento suele estar indicado en la adolescencia.
Es importante consultar a un ortopedista o médico de cabecera para que se pueda realizar un examen visual para confirmar el diagnóstico y, de esta forma, iniciar el tratamiento adecuado.
Cuales son las principales razones
Se desconoce la causa del pectus excavatum; sin embargo, es más común en niños y en personas con antecedentes familiares de malformaciones.
Aunque no pone en peligro la vida, un pecho hundido puede manifestarse durante la adolescencia y causar síntomas como palpitaciones, tos, opresión en el pecho e infecciones respiratorias.
Cómo se realiza la operación
La cirugía de corrección del pectus excavatum se puede realizar de dos formas diferentes, según el peso y la edad del paciente. Pero en ambos casos se realiza bajo anestesia general y es necesario permanecer en el hospital alrededor de 1 semana.
Ambas formas de cirugía son:
- Operación abierta o Ravich: Se utiliza en adultos, en casos moderados a graves, cuyo tórax es rígido y muy asimétrico y tiene una duración de 4 a 6 horas. En esta técnica, se hace una incisión horizontal en el pecho para remover el cartílago anormal que conecta las costillas con el esternón, permitiendo que el hueso vuelva a su posición correcta. Luego se colocan materiales quirúrgicos para mantener el tórax en la posición correcta;
- Cirugía mínimamente invasiva o nos: Se realiza con mayor frecuencia en niños y en casos leves a moderados, y dura de 1 a 2 horas. En esta técnica, se hacen dos pequeñas incisiones debajo de las axilas, y luego se inserta una barra de metal entre una de las otras incisiones para llevar el esternón a la posición correcta.
Esta es una cirugía muy dolorosa, por lo que después de eso, es necesario permanecer hospitalizado especialmente para recibir analgésicos intravenosos y mejorar la comodidad, y el paciente es dado de alta tan pronto como el dolor cede y no hay complicaciones.
Como es la recuperacion
En el período posterior al alta, es necesario acudir al médico para visitas frecuentes para realizar una radiografía o tomografía computarizada, para evaluar si el esternón continúa en la posición correcta. Con estas evaluaciones, también es posible determinar el mejor momento para retirar el material quirúrgico o la varilla de metal en su lugar durante la cirugía.
En el caso de la cirugía abierta, el material suele retirarse después de 6 a 12 meses; mientras que la cinta quirúrgica mínimamente invasiva se retira después de solo 2 o 3 años.
Durante este período, también es importante estar atento a los signos de infección o rechazo del material quirúrgico colocado en el cuerpo, como hinchazón o enrojecimiento en la zona de la incisión, fiebre superior a 38 ° C o fatiga excesiva, por ejemplo.
Por otro lado, las actividades deportivas solo pueden iniciarse con la aprobación de un médico, y se deben evitar aquellas de mayor impacto físico y mayor riesgo de lesiones, como el fútbol, el baloncesto o las artes marciales.