La leishmaniasis cutánea humana, conocida popularmente como «úlcera de las encías», es una enfermedad contagiosa causada por el protozoo Leishmania, que causa llagas indoloras en la piel y está muy extendida por todo el mundo.
Esta enfermedad es uno de los tipos de leishmaniasis tegumentaria y es transmitida por insectos del género Lutzomyia, entre otros conocidos por varios nombres como mosquito, oruga, palimyla, mosquito y otros. También existe otro tipo que afecta a las membranas mucosas del cuerpo, conocido como leishmaniasis mucosas, y el tratamiento de ambos se realiza bajo la guía de un dermatólogo, pudiendo ser necesario el uso de fármacos inyectables, conocidos como antimonio pentavalente. .
La enfermedad se transmite a través de la picadura de un insecto, el cual se contamina con Leishmania luego de que pica a humanos o animales portadores de la enfermedad, principalmente perros, gatos y ratones, por lo que la enfermedad no es contagiosa y no se transmite de persona a persona. Los insectos transmisores de la leishmaniasis suelen vivir en ambientes cálidos, húmedos y oscuros, principalmente en bosques o jardines con acumulación de desechos orgánicos.
Cicatriz de leishmaniasis
Principales síntomas
La leishmaniasis cutánea es la forma más común de la enfermedad y suele provocar el desarrollo de una herida con las siguientes características:
- Comienza como un pequeño nódulo en el sitio de la picadura;
- Se convierte en una herida abierta sin dolor, en unas pocas semanas o meses;
- Cura lentamente sin necesidad de tratamiento entre 2 y 15 meses;
- Los ganglios linfáticos pueden hincharse y doler.
La lesión varía de unos pocos milímetros a varios centímetros, tiene una consistencia endurecida con bordes elevados y un fondo rojizo que puede contener secreciones. Cuando hay una infección bacteriana asociada, puede causar dolor local y producir secreción purulenta.
Además de la herida localizada tradicional, la presentación de las lesiones puede variar según el tipo de protozoo responsable y la inmunidad de la persona, pudiendo aparecer como bultos que se extienden por todo el cuerpo o infiltraciones cutáneas, por ejemplo.
Posible complicacion
Por otro lado, y con menor frecuencia, se presenta leishmaniasis mucosa, que ocurre, en la mayoría de los casos, después de la clásica lesión cutánea, y se caracteriza por lesiones destructivas en la mucosa del tracto superior, como nariz, orofaringe, paladar, labios. , lengua, laringe y aún más severamente, tráquea y pulmón superior.
Puede observarse enrojecimiento, hinchazón, infiltración y ulceración en la mucosa, y si hay una infección bacteriana secundaria, las lesiones pueden tener secreción purulenta y sarna. Además, puede producirse perforación o incluso destrucción del tabique cartilaginoso en la mucosa nasal y perforación del paladar blando en la boca.
Cómo confirmar el diagnóstico
En la mayoría de los casos, el médico puede diagnosticar la leishmaniasis cutánea solo observando las lesiones y la información del paciente, especialmente cuando el paciente vive o ha estado en áreas afectadas por el parásito. Sin embargo, la enfermedad puede confundirse con otros problemas como la tuberculosis, las infecciones fúngicas o la lepra, por ejemplo.
De esta manera, puede ser necesario realizar una prueba diagnóstica para la que existen algunas opciones, como una prueba cutánea reactiva para leishmaniasis, llamada reacción intradérmica-montenegrina, examen por aspiración o biopsia de la lesión, para identificar el parásito, o ELISA. o análisis de sangre por PCR.
Es importante recordar que la leishmaniasis puede presentarse en la forma más grave, y es visceral, también conocida como kala azar. La enfermedad evoluciona de manera muy diferente a la leishmaniasis cutánea y se disemina por el torrente sanguíneo.
Vea cómo identificar la leishmaniasis visceral.
Cómo se realiza el tratamiento
Las lesiones de la leishmaniasis cutánea suelen curarse sin tratamiento. Sin embargo, en el caso de heridas que aumentan de tamaño, son muy grandes, se multiplican o se encuentran en la cara, manos y articulaciones, se puede recomendar el tratamiento con medicamentos, como cremas e inyecciones, bajo la guía de un dermatólogo.
Los fármacos de primera línea en el tratamiento de la leishmaniasis son el antimonio pentavalente, como el antimoniato de meglumina, que se administran en dosis diarias, por vía intramuscular o intravenosa, durante 20 a 30 días.
Si las heridas se infectan durante el proceso de cicatrización, también puede ser recomendable buscar tratamiento con la ayuda de una enfermera para una mejor atención y así evitar que la herida se deteriore.
Además, después de la cicatrización, las cicatrices pueden permanecer en la piel y provocar cambios estéticos. Por este motivo, puede ser necesario hacer un seguimiento psicológico o recurrir a la cirugía plástica para tratar los cambios faciales, por ejemplo.
Como prevenir
Para evitar la transmisión de la leishmaniasis, es importante invertir en actitudes individuales y colectivas, como las siguientes:
- Use repelentes cuando se encuentre en un ambiente infestado de mosquitos y evite la exposición en momentos con la mayor intensidad de mosquitos;
- Use mosquiteros diminutos y colóquelos en puertas y ventanas;
- Mantenga limpias las tierras y los jardines cercanos, elimine los escombros y la suciedad, y corte los árboles para reducir la humedad, ya que ayuda a reproducir mosquitos y moscas;
- Evite los desechos orgánicos en el suelo para no atraer animales, como ratas, que pueden contener enfermedades;
- Mantenga a las mascotas fuera de la casa durante la noche para reducir la atracción de mosquitos y moscas en este entorno;
- Evite construir casas a una distancia de menos de 4000 o 5000 metros del bosque.
Asimismo, ante la presencia de heridas que no cicatrizan con facilidad y que pueden indicar esta enfermedad, es importante buscar atención en un hogar de salud para determinar las causas y comenzar el tratamiento adecuado rápidamente.