Hemoglobina glucosilada: que es y valores normales

La prueba de glucosa y hemoglobina, también conocida como HbA1c, es una prueba de sangre que ayuda a identificar y controlar el desarrollo de la diabetes.

Esta prueba funciona porque el azúcar presente en la sangre se une a un componente de los glóbulos rojos, la hemoglobina, y permanece unido hasta el final del ciclo de los glóbulos rojos, que dura un promedio de 120 días. De esta forma, el valor de la hemoglobina glucosilada permite conocer la cantidad media de azúcar en los últimos 3 meses.

De esta forma, esta prueba es más precisa que la de un pinchazo en el dedo, que se puede cambiar comiendo y, por lo tanto, se utiliza muchas veces para diagnosticar la diabetes. Obtenga más información sobre otras pruebas que se utilizan para diagnosticar la diabetes.

Valores de referencia

Los valores de hemoglobina glucosilada para un adulto son:

  • Normal: menos del 5,7%;
  • Diabetes: igual o superior al 6,5%.

Estos valores pueden variar de un laboratorio a otro, por lo que es importante que la interpretación de la prueba la realice el médico que ordenó la prueba.

La hemoglobina glucosilada baja indica hipoglucemia y sus causas deben ser estudiadas por un médico.

Cómo prepararse para el examen

Debido a que la prueba evalúa la cantidad de azúcar unida a la hemoglobina en los últimos 3 meses, no se requiere preparación. Por tanto, tampoco es necesario ayunar, porque lo que puedes comer antes de la prueba no cambia los resultados, sino lo que has comido en los últimos 3 meses. Sin embargo, si, además de la hemoglobina glicosilada, se requiere glucosa o colesterol de 24 horas, es necesario ayunar durante al menos 8 horas.

¿Cuándo debe repetirse la prueba?

En caso de diagnóstico de diabetes, la exploración debe repetirse 3 o 6 meses después para confirmar si el tratamiento da el resultado esperado o si es necesario iniciar otra opción de tratamiento.

Si los valores son normales, la prueba debe repetirse solo cuando se sospeche diabetes, que ocurre cuando ocurren síntomas como necesidad frecuente de orinar, sed excesiva o dificultad para curar, por ejemplo.

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