La eosinofilia corresponde a un aumento del número de eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco que circula en la sangre y que combate las enfermedades, en cantidades superiores al valor de referencia encontrado en hematología, que normalmente se sitúa entre 0 y 500 eosinófilos por μL de sangre.
Esta situación es muy común en respuesta al organismo, a infecciones parasitarias o alergias, pero también puede deberse a enfermedades graves que involucran a los glóbulos sanguíneos, como la presencia de linfoma.
Los eosinófilos son células derivadas de los mieloblastos, que es una célula producida por la médula ósea, y su función principal es proteger al organismo de agentes infecciosos. Aunque son importantes para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, los eosinófilos se encuentran en concentraciones más bajas en la sangre que otras células responsables de las defensas del organismo.
Obtenga más información sobre los eosinófilos.
Clasificación de la eosinofilia
La eosinofilia no suele producir signos y síntomas, los cuales se identifican por hematología, lo que confirma un cambio en la cantidad relativa y absoluta de eosinófilos. La eosinofilia según la gravedad se puede clasificar en:
- Eosinofilia leve, que es cuando hay 500 y 1500 eosinófilos por μL de sangre;
- Eosinofilia moderada, cuando se analizan entre 1500 y 5000 µL de eosinófilos de sangre;
- Eosinofilia severa, en el que se han identificado más de 5000 µL de eosinófilos en la sangre.
Cuanto mayor sea la cantidad de eosinófilos identificados en el análisis de sangre, mayor será la gravedad de la enfermedad, y es importante analizar los demás parámetros de laboratorio requeridos por el médico para hacer un diagnóstico y comenzar el tratamiento adecuado.
Cuando solo ha cambiado el número de eosinófilos en hematología y ninguna otra prueba muestra cambios, puede ser aconsejable repetir la prueba para confirmar si se retiene la eosinofilia; de lo contrario, no debe considerarse.
Razones principales
Las principales causas de la eosinofilia son:
1. Infección por parásitos
La infección por parásitos es una de las principales causas de eosinofilia, principalmente cuando los parásitos realizan parte de su ciclo de vida en los pulmones, como es el caso de Ascaris lumbricoides, Necator americanus, Ancylostoma duodenale y Strongyloides stercoralis. Estos parásitos provocan eosinofilia intensa e infiltrados pulmonares, característicos del síndrome de Lofler, en los que puede haber tos seca y disnea progresiva debido a la gran cantidad de eosinófilos en los pulmones.
Hacer: Si se sospecha una infección parasitaria, se recomienda realizar un hemograma completo, un examen parasitológico de las heces y una medición de la PCR. Vea qué muestra CRP y cuáles son sus valores normales.
Su médico también puede ordenar una radiografía de tórax para verificar si hay infiltrados pulmonares. Al confirmar la infección, el médico sugiere un tratamiento con medicamentos antiparasitarios, dependiendo del parásito responsable de la enfermedad, es importante continuar el tratamiento hasta el final, incluso si no hay síntomas, para evitar la recurrencia de la enfermedad y las complicaciones.
2. Alergias
La eosinofilia también es común como consecuencia de reacciones alérgicas que pueden ser respiratorias, de contacto, alimentarias o farmacológicas, en las que su contenido se libera al medio extracelular en un intento de combatir al agente responsable de la alergia.
Hacer: Es recomendable tomar medidas para combatir las alergias, como evitar el contacto con la sustancia de la que se elabora, además de antihistamínicos, que ayudan a aliviar los síntomas de la alergia. En algunos casos, cuando la alergia no desaparece con antihistamínicos, se pueden recomendar corticosteroides. Además, es importante consultar a un alergólogo para conocer el tratamiento más adecuado.
En algunos casos, además de la hematología, pueden requerirse niveles de inmunoglobulina E o IgE, que es una proteína presente en bajas concentraciones en sangre pero cuyos niveles se encuentran elevados en las alergias.
Obtenga más información sobre IgE.
3. Enfermedades de la piel
Algunas enfermedades de la piel pueden provocar un aumento del número de eosinófilos, como el pénfigo, la dermatitis granulomatosa y la fascitis eosinofílica. En la mayoría de los casos, las afecciones de la piel se pueden identificar por manchas rojas o blancas, que pueden o no causar descamación, dolor o picazón.
Hacer: En caso de que existan signos de alteraciones cutáneas, se recomienda que la persona consulte con un dermatólogo, averigüe la causa y pueda iniciar el tratamiento adecuado.
4. Linfoma de Hodgkin
El linfoma de Hodgkin es un tipo de cáncer que afecta a los linfocitos, que son las principales células de defensa del cuerpo, con glándulas inflamadas en el cuello, pérdida de peso inexplicable, picazón en todo el cuerpo y fiebre persistente.
Este tipo de linfoma tiene una gran disminución en la cantidad de linfocitos, llamado linfopenia, y en un intento por restaurar el sistema inmunológico de la persona, hay una mayor producción de eosinófilos, lo que conduce a la eosinofilia.
Hacer: En estos casos, es muy importante que la persona siga el tratamiento según las indicaciones del oncólogo, donde habitualmente se somete a quimioterapia y radioterapia. En algunos casos, puede ser necesario un trasplante de médula ósea en un esfuerzo por restaurar la producción normal de células sanguíneas.