La obesidad se caracteriza por el sobrepeso provocado generalmente por un estilo de vida sedentario y el consumo excesivo de alimentos ricos en grasas y azúcares, lo que genera diversos perjuicios en la vida humana, como el desarrollo de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, colesterol alto, infarto, u osteoartritis de los huesos, además de síntomas como dificultad para realizar esfuerzos, mal humor y baja autoestima.
Para identificar a una persona obesa se utiliza en la mayoría de los casos el IMC (índice de masa corporal), que es un cálculo que analiza el peso que presenta una persona en relación con su estatura, dividido en los siguientes grados:
- Peso normal: IMC entre 18,0 y 24,9 kg / m2;
- Exceso de peso: IMC entre 25,0 y 29,9 kg / m2;
- Espesor 1 grado: IMC entre 30,0 y 34,9 kg / m2;
- Espesor 2 grados: IMC entre 35,0 y 39,9 kg / m2;
- Espesor 3 grados o espesor mórbido: IMC igual o superior a 40 kg / m2.
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Posibles Causas
La obesidad puede ocurrir a cualquier edad debido al consumo excesivo de alimentos ricos en calorías como pan, pasta, dulces, comida rápida y comida instantánea, además de ser sedentario, lo que provoca que la cantidad de calorías consumidas supere la cantidad consumida por la persona. . durante el día.
Además, los trastornos hormonales o problemas emocionales como la ansiedad o el nerviosismo también pueden incrementar el riesgo de obesidad, por lo que estas situaciones deben tratarse de inmediato cuando se identifiquen.
La obesidad infantil se está volviendo más común debido al exceso de alimentos industrializados, dulces y refrescos, además de menores actividades al aire libre. Los niños tienden a seguir los hábitos de sus padres, por lo que es muy común que los niños con sobrepeso tengan sobrepeso.
Tipos de espesores
Además de clasificarse por peso, la obesidad también varía según la ubicación y distribución de la grasa por todo el cuerpo, como se muestra a continuación:
1. Espesor central o abdominal
La grasa se acumula principalmente en el abdomen y la cintura y se puede distribuir por el pecho y la cara. Este tipo de obesidad también se conoce como obesidad androide o en forma de manzana, debido a la similitud de la silueta de la persona con esta fruta, y es más común en los hombres, aunque algunas mujeres pueden presentarla.
La obesidad abdominal está altamente asociada a un alto riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como colesterol alto, trastornos cardíacos y ataque cardíaco, además de diabetes, inflamación y trombosis.
2. Espesor periférico
Este tipo de obesidad es más común en mujeres porque la grasa está más localizada en los muslos, caderas y glúteos y se conoce como obesidad en forma de pera por el contorno de la silueta o el grosor de la ginoides.
La obesidad periférica se asocia más a problemas circulatorios, como insuficiencia venosa y varices, y artrosis de rodilla por sobrecarga de peso en estas articulaciones, aunque también aumenta el riesgo de cardiopatías y diabetes.
3. Espesor homogéneo
En este caso, no hay predominio de grasa en la zona localizada, porque el exceso de peso se distribuye por todo el cuerpo. Esto puede ser peligroso porque una persona puede ser descuidada al no tener tanto impacto en su apariencia física como otros tipos.
Los principales signos y síntomas.
El sobrepeso tiene efectos negativos en todo el cuerpo, provocando los siguientes signos y síntomas desagradables:
- Falta de aire y dificultad para respirar. gracias a la presión del peso abdominal sobre los pulmones;
- Dolor de cuerpo, principalmente en la espalda, piernas, rodillas y hombros, debido al excesivo esfuerzo que realiza el cuerpo para soportar el peso;
- Dificultad para hacer esfuerzos o caminar, debido al sobrepeso y al desacondicionamiento del cuerpo;
- Dermatitis e infecciones por hongos, debido a la acumulación de sudor y suciedad en los pliegues del cuerpo;
- Manchas oscuras en la piel principalmente en el cuello, las axilas y la ingle, una reacción causada por la resistencia a la insulina o prediabetes llamada acantosis nigricans;
- Impotencia e infertilidad. debido a trastornos hormonales y dificultades con el flujo sanguíneo en los vasos;
- Ronquidos nocturnos y apnea del sueño con acumulación de grasa en el cuello y el tracto respiratorio;
- Mayor propensión a las varices y úlceras venosas, gracias a los cambios en los vasos y la circulación sanguínea;
- Ansiedad y depresión, debido a la insatisfacción con la imagen corporal y la alimentación forzada.
La obesidad es también una causa decisiva de diversas afecciones como enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, trombosis e impotencia y enfermedades metabólicas como diabetes y colesterol alto.
¿Cómo sé si tengo sobrepeso?
La principal forma de detectar la obesidad es calculando el IMC, pero además del sobrepeso, también es importante identificar áreas de depósito de grasa en diferentes regiones del cuerpo, distinguiendo entre grasa y peso muscular.
De esta forma, se utilizan los siguientes procedimientos para evaluar el peso de la grasa corporal y su distribución:
- Medir el grosor de los pliegues cutáneos: mide la grasa localizada en los depósitos debajo de la piel, que está relacionada con la cantidad de grasa interna;
- Bioimpedancia: una prueba que analiza la composición del cuerpo, mostrando la cantidad aproximada de músculo, hueso y grasa en el cuerpo. Saber mejor cuándo está indicada la bioimpedancia y cómo funciona;
- Ecografía, tomografía computarizada o resonancia magnética: determinan el grosor del tejido adiposo en los pliegues, y también en los tejidos más profundos de diversas partes del cuerpo, como el abdomen, por lo que son buenos métodos para estimar el grosor abdominal;
- Medida de la circunferencia abdominal: identifica la acumulación de grasa en el abdomen y el riesgo de desarrollar obesidad abdominal, dado que alguien tiene este tipo de obesidad cuando la medida de cintura supera los 94 cm en hombres y 80 cm en mujeres;
- Relación cintura-cadera: mide la relación entre la circunferencia abdominal y la circunferencia de la cadera, evaluando las diferencias en los patrones de acumulación de grasa y el riesgo de desarrollar obesidad. Este valor se considera alto cuando está por encima de 0,90 en hombres y 0,85 en mujeres. Aprenda a medir la relación entre la cintura y las caderas.
Lo ideal es que estas evaluaciones y mediciones las realice un nutricionista o médico para poder identificar correctamente la cantidad de grasa que una persona necesita para eliminar y programar un tratamiento ideal.
Tratamiento de la obesidad
El tratamiento de la obesidad debe realizarse a través del ejercicio regular, dirigido por un preparador físico y una dieta para adelgazar, indicada por un nutricionista y debe llevarse a cabo de manera paulatina y saludable, pues las dietas que prometen perder peso muy rápido no suelen tener una duración duradera. efectos o son perjudiciales para la salud.
Conozca algunos consejos para reducir el hambre y perder peso en el siguiente video:
Los productos para adelgazar también se pueden utilizar para tratar la obesidad; sin embargo, su uso solo debe realizarse bajo la supervisión de un endocrinólogo. En los casos más graves, incluso se puede recurrir a algunos tipos de cirugía, como la cirugía bariátrica.
Vea cómo se trata la obesidad y cuándo está indicada la medicación o la cirugía.
Cómo prevenir la obesidad
Para prevenir la obesidad es necesario realizar cambios en los hábitos alimentarios y en el estilo de vida, teniendo en cuenta los siguientes consejos:
- Reducir el consumo de alimentos que aportan grandes cantidades de calorías, como carnes rojas, frituras, productos procesados y refinados, comidas rápidas y dulces, ya que contribuyen a un aumento del IMC y del volumen abdominal;
- Evite las bebidas alcohólicas y azucaradas, como refrescos y jugos envasados, y se prioriza el agua, las bebidas naturales sin azúcares añadidos y la leche desnatada;
- Prefiere alimentos integrales, como avena, arroz integral, frijoles, frutas y verduras, por ejemplo, porque no tienen muchas calorías y aumentan la sensación de saciedad;
- Realizar actividad física, haciendo al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico al día.
Estos hábitos, además de evitar la aparición de la obesidad, también ayudan a prevenir otras enfermedades asociadas, como la diabetes, el cáncer, la hipertensión y la osteoporosis, y favorecen la salud muscular y ósea.