La amigdalitis bacteriana es una inflamación de las amígdalas, que son dos masas ovaladas de tejido ubicadas a cada lado de la garganta, causada por bacterias generalmente del género Streptococcus. Esta inflamación suele provocar algunos síntomas como fiebre, dolor de garganta y dificultad para tragar los alimentos, lo que provoca una pérdida de apetito en la persona.
El diagnóstico de amigdalitis bacteriana lo realiza el médico en base al examen físico y los síntomas que presenta la persona, pero puede solicitar un examen microbiológico para identificar la especie bacteriana responsable de la infección.
Una vez que se ha identificado el microorganismo responsable de la amigdalitis, su médico puede sugerir el tratamiento más adecuado, que generalmente implica el uso de antibióticos. En los casos en que la amigdalitis es común, se puede recomendar una cirugía para extirpar las amígdalas para evitar infecciones recurrentes.
Principales síntomas
Los principales signos y síntomas de la amigdalitis bacteriana son:
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Dolor de garganta severo;
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Dificultad para tragar;
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Alta temperatura;
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Escalofríos;
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Manchas blancas en la garganta (pus);
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Pérdida de apetito;
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Dolor de cabeza;
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Inflamación de las amígdalas.
La amigdalitis bacteriana puede ocurrir a cualquier edad, pero es más común en niños y personas con sistemas inmunológicos deteriorados porque es una infección oportunista.
Cómo confirmar el diagnóstico
En la mayoría de los casos, el diagnóstico es clínico, es decir, la amigdalitis bacteriana se identifica solo mediante la evaluación de los síntomas y la observación de la garganta en el consultorio. Sin embargo, hay casos en los que el médico puede solicitar un examen microbiológico para saber qué bacteria está causando la infección en las amígdalas, lo que se adapta mejor al tratamiento.
Causa de la amigdalitis bacteriana
La amigdalitis bacteriana es una enfermedad causada, en la mayoría de los casos, por bacterias del género Streptococcus, que se encuentran naturalmente en la boca sin causar síntomas. Sin embargo, debido a la aparición de situaciones que reducen la acción del sistema inmunológico, es posible que se multipliquen y provoquen inflamación de las amígdalas.
Además, la infección se puede transmitir al inhalar gotitas infectadas con bacterias que provienen de toser, estornudar o hablar con una persona infectada. Estas bacterias se asientan en las amígdalas, se desarrollan y provocan una infección.
Sin embargo, también puede contraer amigdalitis cuando toca un objeto contaminado, como la manija de una puerta, por ejemplo, y luego coloca la mano junto a la nariz o la boca sin lavarla. Es por eso que la amigdalitis es más común en los niños, ya que es más probable que se lleven las manos sucias a la boca.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento de la amigdalitis bacteriana casi siempre se realiza con el uso de antibióticos de amplio espectro, como la amoxicilina, que matan el exceso de bacterias. Este antibiótico solo puede ser prescrito por un médico mediante la evaluación de los signos y síntomas y, por lo general, hay una mejoría del cuadro clínico entre los 3 y 5 días posteriores al inicio del tratamiento.
Sin embargo, si los síntomas no mejoran o empeoran, su médico puede solicitar un examen microbiológico para averiguar qué tipo de bacteria hay en sus amígdalas, ajustando el tratamiento con un antibiótico más específico para el tipo de bacteria. identificado.
En casos más crónicos, cuando la amigdalitis bacteriana dura más de tres meses o se repite, puede estar indicada la extirpación de las amígdalas. Vea cómo se realiza esta operación y vea el video a continuación cómo se ve la recuperación:
Es importante tratar la amigdalitis de acuerdo con las instrucciones de su médico para evitar complicaciones como abscesos y fiebre reumática, que es una enfermedad causada por la reacción autoinmune del cuerpo a una infección causada por bacterias.
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Tratamiento casero para la amigdalitis.
El tratamiento en el hogar que se puede utilizar para aliviar los síntomas de la amigdalitis es hacer gárgaras con agua tibia y sal, 2 veces al día, mientras persisten los síntomas. Esto, además de actuar como bactericida, también ayuda a aliviar la inflamación y mejorar las molestias.
Los remedios caseros deben usarse además del tratamiento prescrito por su médico y nunca como sustituto de éste. También es importante informar a su médico sobre el uso de remedios caseros, ya que esto puede interferir con el antibiótico.
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