La gonorrea es una infección de transmisión sexual, producida por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, que puede afectar a hombres y mujeres que han tenido contacto íntimo sin protección, provocando frecuentes infecciones de pene, vagina o ano.
La gonorrea generalmente ocurre en adolescentes y adultos jóvenes de 15 a 24 años, sin embargo, esta infección se puede prevenir usando un condón durante el contacto íntimo.
En la mayoría de los casos, la gonorrea se puede curar con antibióticos, pero después del tratamiento, el paciente puede infectarse nuevamente en caso de un contacto íntimo sin protección. Además, se ha observado que algunas personas no responden adecuadamente al tratamiento debido a la resistencia bacteriana adquirida a los antibióticos de uso común, lo que dificulta el tratamiento. En este caso, puede ser necesario utilizar una combinación de diferentes antibióticos para curar la gonorrea.
Los principales síntomas en mujeres y hombres.
Los síntomas de la gonorrea pueden ocurrir hasta 10 días después del contacto con la bacteria responsable de la enfermedad. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la gonorrea en las mujeres es asintomática y se identifica solo en el momento del examen ginecológico de rutina; y en los hombres, por el contrario, suele ser sintomático y los signos pueden aparecer pocos días después del contacto sexual sin protección.
Además, los signos y síntomas de una infección provocada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae pueden variar según el tipo de relación sexual sin protección, es decir, si fue oral, anal o vaginal, y los síntomas que se observan con frecuencia son:
- Dolor o ardor al orinar;
- Incontinencia urinaria;
- Malestar abdominal frecuente;
- Secreción blanco-amarillenta, parecida a pus;
- Inflamación de las glándulas de Bartolini, que se encuentran a los lados de la vagina y son las encargadas de lubricar a la mujer;
- Sangrado entre períodos menstruales y después del contacto íntimo, en mujeres;
- Uretritis aguda, más común en hombres;
- Necesidad frecuente de orinar
- Dolor de garganta y voz comprometida al tener una relación oral íntima;
- Inflamación del ano, cuando hay una conexión anal íntima;
- Inflamación de la piel del pene, dolor en los testículos y secreción de líquido amarillento o verdoso del pene en los hombres.
En las mujeres, cuando la gonorrea no se diagnostica y trata adecuadamente, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad inflamatoria pélvica, embarazo ectópico e infertilidad, así como también aumenta la capacidad de la bacteria para propagarse por el torrente sanguíneo y producir dolor en las articulaciones, fiebre. y la aparición de lesiones en las extremidades del cuerpo. Por esta razón, es importante que una mujer consulte a su ginecólogo con regularidad para realizar pruebas y evaluar la presencia de Neisseria gonorrhoeae y, si es positivo, indicar un tratamiento antibiótico adecuado.
En los hombres, la presentación de complicaciones es menos común porque suelen ser sintomáticas, lo que agiliza y facilita el diagnóstico y el inicio del tratamiento de la gonorrea. Sin embargo, cuando el tratamiento no se realiza según las indicaciones de un urólogo, pueden ocurrir complicaciones como incontinencia urinaria, sensación de pesadez en el pene e infertilidad.
Gonorrea en recién nacidos
La gonorrea en los recién nacidos puede ocurrir cuando una mujer es portadora de la bacteria y no ha recibido tratamiento durante el embarazo, lo que aumenta el riesgo de transmitir Neisseria gonorrhoeae al bebé durante el parto. De esta forma, los bebés comienzan a mostrar síntomas de dolor e inflamación en los ojos, secreción purulenta y dificultad para abrir los ojos, que pueden llevar a la ceguera si no se tratan adecuadamente.
Diagnóstico de gonorrea
El diagnóstico de gonorrea lo realiza el médico basándose en los síntomas del paciente, así como en las pruebas de laboratorio para identificar la bacteria. El laboratorio realiza pruebas bioquímicas e identificación de bacterias a partir de secreciones vaginales u orina facial.
Adicionalmente, se realiza un antibiograma para confirmar si la bacteria es resistente a los antibióticos comúnmente utilizados y, de esta forma, definir el mejor tratamiento.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento para la gonorrea debe ser recetado por un ginecólogo, una mujer o un urólogo en los hombres, y generalmente se realiza con una dosis única de azitromicina y tabletas de ceftriaxona para matar las bacterias que causan la infección. Normalmente, el tratamiento está indicado durante 7 a 10 días y debe continuarse incluso si la persona ya no nota síntomas.
Durante el tratamiento de la gonorrea, es importante que la persona evite las relaciones sexuales hasta que esté completamente curada. Además, las parejas sexuales del paciente también deben ser tratadas con antibióticos, incluso si no presentan síntomas, debido al riesgo de transmitir la gonorrea a otras personas o volver a contaminar al individuo. Obtenga más información sobre el tratamiento de la gonorrea.
Tratamiento a domicilio
El tratamiento domiciliario de la gonorrea debe realizarse bajo orientación médica y está destinado a complementar el tratamiento, ya que es importante que la persona continúe con el antibiótico prescrito. Una opción de remedio casero es el té de flor de granada, ya que es una planta medicinal que contiene propiedades antisépticas y diuréticas que ayudan a eliminar las bacterias de la gonorrea y fortalecer el sistema inmunológico.
Para hacer té de flor de granada, basta con añadir 2 cucharaditas de hojas secas de esta fruta y ponerlas en 500 ml de agua hirviendo, dejar reposar 15 minutos, colar y beber el té al menos una vez al día. El tratamiento natural no debe sustituir al tratamiento recomendado por el médico, sino complementarlo.
Cómo prevenir la gonorrea
La prevención de la gonorrea debe realizarse mediante la abstinencia sexual o el uso de condón durante el contacto íntimo, ya que esto previene la transmisión de la bacteria a otras personas.
Si bien la gonorrea puede transmitirse a través de cualquier tipo de contacto íntimo, la bacteria no se transmite a través de besos, abrazos o utensilios comunes, por ejemplo, porque las bacterias no son capaces de sobrevivir fuera del cuerpo humano.