Candida albicans es un hongo presente de forma natural en el cuerpo sin causar infección ni síntomas. Normalmente, Candida albicans se puede encontrar en varias partes del cuerpo, más comúnmente en la mucosa vaginal de las mujeres, la cavidad oral, el tracto gastrointestinal y el tracto urinario.
Este hongo vive en equilibrio con su hospedador, es decir, con los humanos, pero cuando este equilibrio cambia, Candida albicans puede multiplicarse y causar síntomas según el lugar donde se encuentre, pudiendo haber depósitos blancos. en la boca, garganta y lengua, dolor y ardor al orinar y secreción blanca y espesa, p. ej.
Los síntomas de Candida albicans
Los síntomas de la infección por Candida albicans varían según el lugar donde se desarrolló el hongo. En el caso de la candidiasis oral, la placa y las manchas blancas suelen aparecer en la boca, mejillas, lengua y garganta, este tipo de infección es más común en los recién nacidos cuya madre tuvo candidiasis vaginal durante el embarazo.
En los casos de infección vaginal por hongos, los síntomas pueden ser desagradables debido al ardor y picazón que generalmente se asocian a esta situación. Realice la siguiente prueba para averiguar si tiene la posibilidad de tener una infección por hongos genital:
- 1. Prurito intenso en la zona genital No Sí
- 2. Enrojecimiento e hinchazón en el área genital No Sí
- 3. Manchas blanquecinas en la vagina o en la cabeza del pene No Sí
- 4. Secreción blanca con grumos, similar a la leche desnatada No Sí
- 5. Dolor o sensación de ardor al orinar No Sí
- 6. Malestar o dolor durante el contacto íntimo No Sí
El diagnóstico de la infección por Candida albicans se realiza inicialmente mediante la evaluación de los síntomas, pero son necesarias pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico. Generalmente, se recomienda realizar un análisis de orina cuando se sospecha una infección del tracto urinario por Candida, además del urocultivo, en el que se ha identificado el tipo y se ha identificado el mejor fármaco para el tratamiento de la infección. Aprenda a hacer un cultivo de orina.
En el caso de la candidiasis oral, por ejemplo, puede ser necesario raspar las lesiones de la boca para analizarlas en un laboratorio y confirmar la infección. Vea cómo identificar una infección por hongos bucales.
Candida albicans en el embarazo
La candidiasis en el embarazo es común y se produce debido a los cambios hormonales característicos de este período. Durante el embarazo. Los niveles de estrógenos son bastante elevados, lo que favorece la proliferación de Candida albicans, por ejemplo.
La candidiasis en el embarazo no es grave y se puede tratar fácilmente con el uso de ungüentos o cremas vaginales que deben ser recomendados por un obstetra o ginecólogo. Sin embargo, cuando una mujer desarrolla candidiasis durante el parto, es posible que el bebé se contamine y continúe desarrollando candidiasis oral. Obtenga más información sobre la infección por hongos en el embarazo.
Cómo ocurre la infección
La infección por Candida albicans ocurre cuando hay un desequilibrio en el cuerpo que conduce a la fragilidad del sistema inmunológico. Asimismo, situaciones como estrés, uso de antibióticos, anticonceptivos o fármacos inmunosupresores, falta de una adecuada higiene oral o genital.
Además de enfermedades como la influenza, el sida y la diabetes mellitus, también pueden favorecer la proliferación de especies de cándida y la aparición de síntomas.
Aunque Candida albicans se encuentra a menudo en la mucosa vaginal, la transmisión del hongo a otra persona a través del contacto sexual es rara, pero puede ocurrir porque el uso de un condón en el contacto íntimo es importante.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento para la infección por Candida albicans es mediante el uso de agentes antifúngicos o antifúngicos en forma de tabletas o ungüentos que deben aplicarse directamente en el área afectada.
El antifúngico recomendado por el médico varía según el sitio de proliferación fúngica, el perfil de susceptibilidad y los síntomas presentados, y se puede recomendar el uso de imidazol, nistatina, anfotericina B, miconazol, fluconazol o itraconazol, por ejemplo.